HACIENDO PIRUETAS
EN UN AIRE SIN NUBES
Un viaje en autobús no programado,
y un grito de dolor...
No puedo ir contigo, Peter.
He olvidado volar, y Wendy se levantó
y encendió la luz: él lanzó un grito de dolor...
Y esto mismo es lo que él entendió aquella vez
cuando ella dijo: “Me ha sorprendido, eso es todo”.
No puede ser.
Hay que volar, volar,
aunque sorprenda la pirueta,
hay que volar
para escapar del aire tan viciado,
para surcar los vientos más modernos
(que no llevan los hábitos añejos),
para decorar todo en blanco y negro
y para abandonar los papeles de antaño:
para al fin consagrarse a la nueva pirueta.
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